La tregua anunciada por los rusos para Mariupol no existe más que por los corredores humanitarios que desde Berdyansk a Zaporizhzhia sacan a mujeres y niños de la ciudad maldita. Cuarenta y cinco autobuses que llevan a los que quedaron vivos a la ciudad mártir de Ucrania, completamente arrasada según los testimonios, hacia la salvación, a diferencia de lo que está sucediendo en Kharkiv, donde los civiles están atrapados.
El jefe de la administración militar regional de Donetsk, Pavlo Kyrylenko, insiste en su denuncia: en Maryinka, Krasnohorivka y Novomykhailivtsi (en la región de Donetsk) los rusos dispararon con balas de fósforo. Los soldados de Putin se han retirado de Chernóbil por los riesgos para la salud, de hecho muchos de ellos, expuestos en estas semanas a la radiación, han sido trasladados a los hospitales bielorrusos, que se encuentran a pocas decenas de kilómetros.
Fuertes explosiones en el centro de Kiev. Las negociaciones han ido mal, como confirmaron los rusos y el presidente ucraniano Zelensky vuelve a las demandas de siempre a Occidente: armas (“Tanques, aviones, sistemas de artillería. La libertad debe estar armada no peor que la tiranía”), dinero y nuevas sanciones contra Rusia.
Pero tarde o temprano, Putin tendrá que sentarse – presumiblemente una vez que haya conquistado Donbass y ciudades clave como Mariupol y Jarkov – para dictar sus condiciones y ver si con el tiempo Ucrania no avanzará con sus tropas: todo es posible después de la retirada rusa. El jefe de las Oficinas de Comunicaciones del Gobierno británico, Jeremy Fleming, ha hecho saber al mundo que tiene pruebas del motín de soldados rusos en el frente. “Los vimos negarse a seguir órdenes, sabotear su propio equipo e incluso derribar accidentalmente sus propios aviones”.
Ahora se sabe que las tropas rusas tenían dificultades, pero hay que entender que la situación, desde el plan original que preveía la entrada triunfal a Kiev en tres días, se ha escapado de las manos de Putin. Estamos a más de un mes de guerra y no se han logrado avances en las negociaciones, parece ser la voluntad explícita de los rusos de ganar tiempo. Pero Putin no podrá suspender las operaciones militares si no muestra a la opinión pública rusa sus “éxitos”.