Las conversaciones de Estambul abren algunas puertas a la paz, incluso para un fatigado Putin que sabe que debe concentrarse en Donbass y dejar de perder Kiev y el resto de Ucrania: sería una masacre de recursos y hombres. Y así los rusos abren a una Ucrania cercana a la Unión Europea, quizás afiliada, pero son firmes sobre las reivindicaciones territoriales, Luhansk y Donetsk en primer lugar. Aunque por la tarde el tono de los rusos sobre las negociaciones ya era mucho menos conciliador.
Mientras tanto, la guerra que ha hecho que diez millones de refugiados (más de seis millones han huido de sus hogares para moverse hacia el oeste del país, mientras que cuatro millones ya lo han abandonado) continúa, con los rusos retirándose o, como dicen los Estados Unidos, reposicionandose a la espera de los desarrollos incluso negociales. “Las señales que llegan de la plataforma de negociación se pueden llamar positivas. Por supuesto, vemos todos los riesgos y no vemos ninguna razón para confiar en las palabras de algunos representantes de un estado que continúa luchando por nuestra destrucción”, comentó el presidente ucraniano Zelensky.
Crece la oposición interna al zar, las detenciones de manifestantes en Rusia ya no se cuentan y son de ayer los vídeos que testimonian cómo las puertas de las casas de los disidentes están marcadas por una Z, la de los tanques, el símbolo de la invasión de Putin. Pero que el presidente ruso pueda ser derrocado por sus hombres, esto parece difícil en este momento.
Los Estados Unidos no creen en sus buenas intenciones y esperan en la ventana. Mientras tanto, la OTAN también envió a Ucrania y Finlandia a la sesión del 7 de abril. Si los rusos se han “quedado sin gasolina”, el asedio continúa sobre las ciudades clave, como Odesa, que corre el riesgo, al menos sobre el papel y en el caso de los acuerdos, un puerto franco o, en otras palabras, una tierra de nadie. En Mykolaiv, a cien kilómetros, los bombardeos también fueron durísimos ayer. Es el deseo de Putin de unificar el Sur y unirlo a Crimea: en el estado de los hechos, será muy difícil.