El Vía Crucis de los cargos con bandera panameña es un triste hábito en el Puerto de Sevilla. Llevan los residuos tóxicos que nadie quiere. Han viajado mucho desde Montenegro llenos de tierra y piedras que se descargarán en las afueras de Nerva, justo al lado de un pueblo donde vive gente. La última frontera del mundo está aquí y lo es porque todo el mundo lo ha olvidado, excepto los que creen, Gobiernos en primer lugar, que la basura de medio planeta tiene su propio terminal natural aquí.
En estas últimas horas el Ministerio para la Transición Ecológica ha detenido la empresa Valgo porque ha traído a Sevilla, con dirección Nerva, 7500 toneladas de residuos, más de lo previsto en los acuerdos. Además el envío fue hecho en un buque “tercero” que no tenía autorización. Pero el alto no va a cambiar eso.
Desde hace veinte años y más se cometen errores de apreciación, desde que el entonces Ayuntamiento de la localidad cerca de Huelva abrió las puertas del “supermercado de residuos”, que debían ser sólo andaluces. Pensaron, todos juntos apasionadamente en una historia que recuerda la actual sobre la vía libre a la explotación de las aguas en Donana con la legalización de nuevos regadios, que un vertedero daría impulso a la economía local. Cuando convencieron a la propietaria de la mina de Riotinto para decir sí, comenzó, entre cortes de carreteras y huelgas de hambre de los ciudadanos que no querían el basurero europeo al lado de sus casas, el verdadero negocio que avergüenza a todos.
Camiones ya no españoles, sino también procedentes del extranjero, llegaban y se marchaban sin las mínimas medidas de seguridad para el medio ambiente y las personas. Y de ahí el desprecio por la población de Nerva y alrededores ha aumentado, hasta cambiar los planes originales y lanzar en el vertadero todo y más de todo, sin dudarlo ni respeto por el ambiente. Los de Ecologistas en Acción han quedado para luchar en contra, pero ¿se puede contra una política que hace y deshace como cree?
