“Yo también entre los muchos os saludo… / escupido por la tierra natal, por todo un pueblo / amado./ Trepidante sigo vuestro juego. / Inconscientes / expresáis con él cosas antiguas / maravillosas / sobre la alfombra verde, en el aire, en los claros / soles de invierno…”. Esto es lo que escribió el poeta italiano Umberto Saba sobre su equipo, quien habría querido vivir esperas como la de hoy mil veces. Se está haciendo Historia, y el Sevilla está presente. Sí, el gran equipo armado por Lopetegui y Monchi que no teme a nadie -respeto, sí, claro- porque ya demostró en la ida que puede hacerlo y que no serán las mil provocaciones catalanas las que rompan un grupo muy sólido.
Quizás sea el turno de Suso como titular y el regreso del hombre que tanto hemos echado de menos, Lucas Ocampos. Pero es el corazón, el corazón de toda una ciudad que está al lado de sus jugadores, el que marcará la diferencia. La Copa del Rey, por muy denostada que esté, es un gran logro. El Sevilla es maduro para conseguirlo: la consigna es volver a ganar como siempre hemos hecho en los últimos años. Desde luego, no serán las insinuaciones malintencionadas de quienes aún afirman que al Sevilla le falta tiempo para entrar en la élite de los ganadores. No, todo el mundo debería estar orgulloso de este equipo, todos los andaluces unidos en primer lugar.