Más de quinientos manifestantes asesinados, setenta de ellos menores de edad, veinte mil detenidos. El régimen iraní no se detiene y envía señales a los insurgentes, como el ahorcamiento de Mohammad Mahdi Karami y Seyyed Mohammad Hosseini, dos veinteañeros acusados de matar a un policía. Serían diez los condenados a muerte, después, denuncian las organizaciones humanitarias, juicios falsos.
En el mundo se están reuniendo firmas para salvar sus vidas. El diario italiano “La Stampa” ha reunido trescientas mil para Fahimeh Karimi, entrenadora de voleibol y madre de tres niños pequeños, acusada y condenada a muerte por presuntamente haber agredido a un paramilitar. El Líder Supremo de Irán, Ali Khamenei, ha cambiado la dirección de la policía iraní: el ex pasdaran Ahmadreza Radan, considerado responsable de graves violaciones de los derechos humanos, es el nuevo jefe.
“Estas ejecuciones son un componente clave del intento del régimen de reprimir las protestas. Seguimos trabajando con nuestros socios para perseguir a Teherán por su brutal represión” tuiteó el portavoz del Gobierno de Estados Unidos. Sin embargo, la guerra civil iraní sigue estando lejos de una solución.