Quieren parecerse a nosotros. Alemania muy fragmentada en el voto. Difícil formar una coalición

La “Mutti”, como la llaman los alemanes, se ha ido y ha dejado la casa desordenada. Era inevitable que la despedida de Angela Merkel causara confusión en los votantes, pero no la desorientación que nos dan hoy los números. Alemania, lamentará a los alemanes que enseguida se activarán para eliminar la anomalía aunque será muy difícil llegar a una coalición, se ha convertido en Italia y España: dividida, difícilmente gobernable, al límite de una crisis de nervios. Mucho ha pesado la disminución del partido de Merkel, la CDU-CSU, firme al 24,1% contra el 25,7% de los socialdemócratas, primer partido: el líder Olaf Scholz ya pidió el canciellerato.

El heredero de Merkel, Armin Laschet, después de una caída similar, prevista pero intolerable para muchos compañeros de equipo, ya está en los créditos, a menos que una probable coalición, la del “semáforo” (se llama así por los colores, donde coincidirían Spd, Liberales y Verdes con 428 escaños con una mayoría parlamentaria de 379) no falle en su intento de gobierno. Liderarán los juegos la líder verde, Annalena Baerbock, que ha caído en un pequeño fiasco a pesar del 14,8% y Christian Lindner, líder de los liberales, con el 11,5%. Ellos son la clave de la balanza.

El voto alemán expresa un país fragmentado, pero algunos elementos son claros: como lo que el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AFD) no ha crecido (10,3%, aunque es líder en dos Land, no se unirán a otros partidos) y tampoco Die Linke, que corre el riesgo de quedar fuera del límite del 5%.

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