En el grito delirante de “Nos tomamos Roma”, los habituales conocidos, en una coreografía de banderas y fumógenos más de estadio que de manifestación, primero paralizaron y luego intentaron destruir el centro de la ciudad. Esta vez, sin embargo, estos zombies que sólo se revenden si ven llamas en el horizonte o saludos romanos, han hecho subir los decibelios de la protesta, lo suficiente como para asaltar a golpes de palancas la sede del sindicato y incluso dirigirse a Palazzo Chigi, donde, como se sabe, está el Gobierno. Los habituales conocidos, que en teoría tuvieron que manifestarse contra el Green Pass pero que en la práctica habían planeado la acción desde tiempo, no tiene sentido subrayarlo siempre lo tienen con Mario Draghi y los periodistas. En su tiempo, los que evocan con nostalgia, la libertad de expresión no existía.
Los manifestantes atacaron a la Policía, patearon a los blindados, lanzaron bombas de papel y petardos, cerraron las tiendas y pusieron el centro de Roma en estado de asedio. Fuerte la condena de todos a los hechos ocurridos en Roma y también en Milán, donde una análoga “manifestación” tuvo lugar en las mismas horas: el límite permitido a las protestas fue superado. “Espero que todas las fuerzas políticas expresen su firme e incondicional condena contra inadmisibles manifestaciones violentas que, por su inquietante carga subversiva, no tienen nada que ver con la legítima expresión de la disidencia”, dijo el ministro de Interior, Luciana Lamorgese.
Por la tarde, los mismos imbéciles, conocidos por las crónicas, entran a la fuerza en la sede de la Cgil in Corso d’Italia. Lo han destrozado todo. “Nuestra sede nacional, la sede de las trabajadoras y de los trabajadores, ha sido atacada por Forza Nuova y por el movimiento no vax. Nos resistimos entonces, resistiremos ahora y más. A todos recordamos que las organizaciones que invocan el fascismo deben ser disueltas”, comentó el sindicato herido en las redes sociales.
Diez mil personas que han intentado poner bajo jaque a Roma, la capital de Italia, los símbolos de libertad del país. Desde la izquierda Enrico Borghi del Partido Democrático lo llama sin palabras “fascismo”, el gobernador del Lacio Zingaretti por su parte dijo: “Una vez más se confirma que detrás de los llamados no vax se esconde algo viejo y conocido desde hace tiempo: culturas antidemocráticas, impulsos violentos y grupos neofascistas”.