El Alfonso XIII o el Colón, testigos de la elegancia de la hospitalidad en Sevilla, ya no estarán solos. Los proyectos de nuevos hoteles de lujo en la capital andaluza han continuado a pesar de la pandemia y volverán a marcar el horizonte de la acogida. Una montaña de dinero, alrededor de 300 millones de euros, ha sido invertida por cadenas internacionales como Radisson o Accor para llenar un vacío de mercado y para hacer que la ciudad sea capaz de interceptar un segmento de mercado que en el futuro irá cada vez más fuerte, el de los cuatro estrellas superiores, cinco estrellas y cinco estrellas gran lujo.
Sevilla ha apostado fuertemente por su crecimiento y es probable que estas nuevas aperturas aporten más turistas y, sobre todo, más gastos per cápita. Cambiará la forma en que los turistas pueden disfrutar de la ciudad. Inversiones como la de Radisson en la Plaza de la Magdalena han hecho necesario rediseñar también el entorno urbano. Nos guste o no, esto siempre se puede discutir, las aperturas llevan consigo una clara idea de renovación de espacios en los que no ha habido intervenciones durante muchos años.
Es evidente que Sevilla debe estar siempre atenta a modificar sus equilibrios urbanísticos, pero no creemos que sean los nuevos hoteles los que dañen su belleza, al menos hasta hoy: pensemos más bien en disatres posibles como el de Palmera a pesar de todas las leyes. Calle Trajano, Plaza San Francisco, Plaza de la Magdalena precisamente, la Puerta de Jerez o la Avenida República Argentina, algunos de los lugares en los que surgirán los hoteles de lujo, podrán acoger en breve más de mil nuevos turistas que se dan el día: y si consideramos que el crecimiento de la oferta de cuatro estrellas superiores, cinco estrellas y cinco estrellas superiores aumentará en un 50% nos damos cuenta de que la operación era inevitable para una ciudad tan hermosa y visitada.