Con su nuevo proyecto Yolanda Díaz intentará interceptar, en lo que se prevé una amplia campaña de “escucha” de un extremo al otro del país, a aquellos sectores de la sociedad que hoy no están representados por la política tradicional. Lo hace después de la bofetada que tomó la izquierda en las recientes elecciones andaluzas. Lo hace después de la desaparición, ocurrida o inminente, de Podemos. Lo hace sin querer con ella los “viejos” jefes de la izquierda, desde el meteoro Pablo Iglesias hasta los rostros conocidos de las coaliciones progresistas.
Y hace bien en traer al escenario una activista del medio ambiente, un ryder y sindicalista, una profesora, una abogada especializada en derechos de las mujeres. Muchos otros llenaron el Matadero de Madrid ayer: pocos políticos y mucha gente común. El diseño de Díaz es simple y extremadamente complicado al mismo tiempo. Sumar quiere dar voz a temas actuales en un momento en que el otro lado de la izquierda está perdiendo votos y tratar de reunir a la España progresista en un momento de fuertes divisiones en el país.
¿Pero cuáles serán los compañeros de viaje? Sobra decir que no puede ejercer solo la sociedad civil. ¿Y cómo va a gestionar la envidia que se va a crear entre los socialistas por un proyecto que podría llevar en dote a las próximas elecciones hasta el 16-17%? Si sigue el modelo, en ese caso construido sobre una mesa, de Vox como hombro del PP, Sumar, siempre el PSOE coopere, podría ser la verdadera sorpresa de la nueva temporada política.
Reanimaría a los socialistas, haría competitiva la coalición de centroizquierda, daría voz a las muchas categorías que en este país no la tienen. Y el resultado electoral, que hoy vería triunfar a los Populares, ya no sería tan seguro, de hecho.