En Flushing Meadows, quien ganaba se convertía en el número uno del tenis mundial. Delante de un chico de 19 años, cuatro meses y seis días, Carloz Alcaraz de Murcia y un noruego, Casper Ruud. El español venció el cansancio de un torneo infinito – había ido al quinto set tres veces en unos dias -, controló el adversario más experimentado, jugó con la clase habitual, y finalmente ganó el US Open.
En el techo del mundo va después de tres horas y veinte de juego el más joven de todos los tiempos (6-4, 2-6, 7-6, 6-3), un predestinado como se dice en estas ocasiones, más que Lleyton Hewitt, que se convirtió en el mejor tenista a los 20 años y 9 meses. Y el primer slam de la carrera para el español, el primero, porque ganará cuantos Nadal, o casi, su “maestro e inspirador” por tenacidad, voluntad, calidad de juego.