Esta historia de la madurez a la que debería estar destinado el Betis corre el riesgo de ser una trampa. Porque el equipo ya ha demostrado que lo es, tanto con sus actuaciones, siendo la más reciente la suntuosa contra el Villarreal en su domicilio, como con la actitud de “low profile” que tienen los grandes clubes: trabajo, trabajo y trabajo y poca charla. Todo se debe al entrenador trotamundos Manuel Pellegrini, llamado a hacer despegar al club, pero también al entorno (sobre todo a la afición), que recuerda claramente la advertencia del gran poeta alemán Rilke: “El amor es la única oportunidad de madurar, de tomar forma, de convertirse en un mundo dentro de uno mismo”. Amar y ya está, en definitiva, como se ha hecho siempre y no entrar en pensamientos pecaminosos.
La clasificación está ahí, un suave recordatorio, una canción pegadiza para todos: aparte de los cuatro de arriba, solo están por delante la Real Sociedad (a cinco pasos de distancia) y el Villarreal (a tres, pero recién derrotado y aquí la autoestima ha dado un gran salto). El carril de adelantamiento está despejado y, por debajo, solamente se puede ver al Granada, que puede causar alguna molestia. Entonces, ¿qué necesidad hay de hablar de madurez con un grupo que ya la ha demostrado? La duda que surge es que los rumores sobre la competitividad bética son puestos en circulación por los interesados en lo contrario. No se debe escuchar las malas lenguas.
Esta noche en el Benito Villamarín estará el Getafe, un equipo herido y casi a la deriva, sobre todo después de las críticas, veladas o no, que pesan sobre el entrenador Bordalás, al que alguien debería hacerle un monumento después de las sorprendentes temporadas pasadas, en lugar de freírlo en la parrilla. Pero un empate y cuatro derrotas en los últimos cinco partidos pueden hacer temblar hasta al más valiente. Es la formación más marrullera de la Liga. Jugará con una defensa casi a la italiana. Escollos que se suman a las presiones mencionadas anteriormente. En el partido de ida, en el Coliseum, el Betis cayó por 3-0, una derrota clara y merecida. Pero hoy -y que no se olvide a lo largo de los noventa minutos- los leones que saltarán al ruedo para ser sacrificados son los del Getafe, no los del equipo local.