“También en esta Navidad una humanidad insaciable de dinero, poder y placer no hace lugar, como fue para Jesús, a los más pequeños, a tantos no nacidos, pobres, olvidados. Pienso sobre todo en los niños devorados por guerras, pobreza e injusticia. Pero Jesús viene precisamente allí, niño en el pesebre del descarte y del rechazo. En él, niño de Belén, está cada niño. Y está la invitación a mirar la vida, la política y la historia con los ojos de los niños”. La homilía navideña del Papa Francisco se ha centrado en la “voracidad en el consumo” que nos hace olvidar “el significado de la Navidad”.
Ya no existe el “asombro” auténtico y cristiano por el nacimiento del Niño: “no se celebra la Navidad sin los pobres”, pero esta humanidad sin límites no da lugar a ellos. El Papa Francisco con la voz ronca y en silla de ruedas, es la imagen del sufrimiento pero también de la Esperanza: “No dejemos pasar esta Navidad sin hacer algo bueno… Hagamos renacer un poco de esperanza en quien la ha perdido”.